domingo, 5 de octubre de 2008

Reflexiones en una tarde cualquiera

7 de Julio de 2006

“Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos será el reino de los cielos"

1-La otra tarde llegué a visitar a mis suegros y desde entonces me ha invadido un pensamiento que no cesa de acompañarme.  Quiero morir relativamente joven.

Cuando entré en el apartamento, todo estaba oscuro, la noche había llegado y nadie se había percatado de ello, solo la tele alumbraba con solitaria e intermitente luz el saloncito. No sé si fueron ideas mías, pero creo que hasta un leve olor a orina llegó a mi olfato.

Ahí estaban él y ella, viejos, con sus achaques, con sus dolencias, acompañándose, cada uno con su deterioro a cuestas, viendo la televisión española.
Una terrible sensación de soledad me recorrió el cuerpo, y es que la muerte es eso, vacío, silencio, soledad.

Todo el temor con que la Iglesia ha querido manejarnos durante siglos es pura mentira cobarde. El infierno esta aquí, la quinta paila que tanto nombramos, no es otra que la ancianidad, y el agua es más o menos caliente, dependiendo del grado de deterioro con el que nos encontremos con la gran liberadora.

2- A veces me arrepiento de haber traído tres hijos este mundo loco loco, que por lo demás, siempre ha sido igual.
El amor intenso e infinito que siento por ellos es inversamente proporcional al temor que tengo de perderlos. Es un temor esclavizante, autoritario que de vez en cuando se hace más o menos ubicuo.

Algún elemento mágico se mete dentro de mi psique y no me deja disfrutar con libertad y total gozo la existencia de esos tres ángeles que se cayeron del cielo y aterrizaron en mis brazos convertidos en bebés.

Siempre esta allí presente el aviso de neón rojo que me dice,

¡OJO! Recuerda que no son tuyos.

La otra mañana, parada en un semáforo pensaba en el ángel mayor, tan prudente, tan organizado, tan responsable, tan dulce, para que un mierda probablemente borracho, me lo viniera a matar en un choque.
Gracias a Dios una corneta me sacó de tan tenebroso pensamiento, arranqué en primera y me horroricé de mi misma.

¿De donde vendrán esos oscuros pensamientos de deuda? ¿Será de lo que las monjas y luego las locas del opus dei me enseñaron en el colegio? ¿La culpa, la limosna, el cordero de Dios? ¿Dios que sacrifica a su hijo mayor para salvar a la humanidad? ¿Hay que entregar la primera cosecha para que los dioses no se encolericen?  Los dioses griegos querían tener a su lado a los mejores y por eso los llamaban temprano. 

Creo que me hace falta una buena dosis de Vanidades y Cosmopolitan, hasta la revista Hola! sería aconsejable.

2 comentarios:

Cafecontorta dijo...

Enhorabuena Sina! Todo lo malo tiene lo bueno, y gracias a los insolitos sapos rojos, pues ahora se le llega mas rapido a tu blog. Ya mismo cambio el link en el mio!
Y por favor, no pierdas ni un punto porcentual en tu PH acido, que tiene el toque justo para decir la verdad de forma amena e inteligente.
Pa' lante es pa'lla!

Ricky del Norte dijo...

Muy cierto lo que dices..., siempre tendremos un temor inexplicable por nuestros hijos, pero bueno mente positiva y ha quitar esos malos pensamientos!!!.
Saludos.